miércoles, 7 de julio de 2010

Ya no hay luces de color

Me siento más perdida que Jack Skeleton en el país de la Navidad.


¿Qué es esto? ¿Qué siento? Ya lo sabía, entonces, ¿qué ha cambiado? Nada. Aparentemente nada. Pero vuelvo a sentir esa necesidad de ir a gritar y llorar en cualquier sitio vacio. Vuelvo a sentir como me pesa andar, hablar, reír, cualquier cosa.


No es por él, eso seguro. No le echo de menos a él, echo de menos momentos con él. Todos esos momentos en los que me he sentido feliz de existir, porque estaba conmigo. Todos esos problemas que he pasado gracias a la fuerza que me ha dado. Tantas cosas. Tantas cosas pérdidas. No he perdido un amor, he perdido un amigo. Por mucho que se empeñe en asegurar que no es así, sí, lo es. O es por cosa suya o por terceras personas, pero está claro que nada volverá a ser como antes.

Se acabaron esas confidencias, esos consejos, esas lágrimas no amargas que conseguían que me sintiera querida de verdad. Se acabó todo. Y hace tiempo que lo hizo.

Lo que no sé es porque un mes después me sigue pesando. Debería hacer lo que tendría que haber hecho desde el principio, romper con todo.


Ni una sola palabra más, apenas una mirada o un “hola” cuando coincidiéramos por casualidad. Debería hacerlo. Pero desde un principio me di cuenta que podía superar todas las perdidas más rápidamente si seguía teniendo a mi mejor amigo al lado. Pero mi mejor amigo no ha seguido a mi lado. Eso solo fue una excusa para todas tus mentiras.

Quizás no me mentías a mí. A lo mejor hasta tú te lo creías. Pero, ¿sabes? No me lo creía ni yo. Si acabé pensando que era verdad es porque yo quise creerlo. Pero ahora más que nunca sé cuanto pueden mentir las palabras. Eso fue todo, palabras. Preciosas palabras y canciones, y yo sucumbí.

Siempre me pasa lo mismo. Debería aprender. Pero… ¿si no confías en las palabras en que puedes confiar? Tienes que cerrar los ojos y creer. Creer hasta que… te dan el puñetazo.

Eso me parece muy cruel, pero tampoco diré nada al respecto porque a lo mejor yo también lo he hecho y no me he dado cuenta. Bueno, sí me he dado cuenta.


Le hice eso a mi mejor amiga. Le di una puñalada por la espalda, le mentí. Jamás me lo perdonaré. No voy a llorar mas por él, no pienso hacerlo. Pero por lo que sí que lloraré siempre será por saber que he hecho pasar a una buenísima persona por lo que he pasado yo. He sido tan egoísta…y al final todo se compensa.

Por eso me siento tan perdida. Todas las personas con las que hablo del tema me dicen que estoy genial, que no parece para nada que acabe de pasar por lo que he pasado. Sobre todo aquellas que también lo han pasado y no pudieron con ello.

Pero en el fondo, igual no estoy tan genial…


AUTOSUGESTIÓN. Eso es lo que estoy utilizando. Me repito por dentro segundo tras segundo “Ni una lágrima más. Puedo con esto. No pienso dejar que un pobre infeliz me arruine la vida” Igual me paso con él. Estaba enamorado. De otra persona. Y sé que es difícil de remediar. Pero… no lo entiendo.

Todo el amor que él le ha dado, ella solo le ha devuelto mentiras, problemas, lágrimas y remordimientos. ¿Cómo se puede ser así? Supongo que eso es amor de verdad. Pero por parte de él. Por parte de ella solo veo falta de dignidad y unos celos que no son ni normales.


Supongo que es eso lo que me pasa. Celos. No, celos precisamente no. Me siento engañada. Estúpida. Eso es. Me duele el orgullo. Me duele haberme creído todas tus mentiras y haber hecho tantas cosas por ti. Me duele haber sido tan ingenua. Me duele que me importes tanto y que yo no te importe una mierda.

Y ni se te ocurra decirme lo contrario. Quizás el chico que yo conocía, mi mejor amigo, si me podría decir algo. Pero ese chico ya no está. A lo mejor nunca ha existido y todo han sido mentiras y más mentiras. Pero por ahora me lo creeré.


Ya veremos quién tenía razón en el fondo. Esa chica solo te traerá problemas. Sí, es cierto, los primeros meses serán perfectos, un paraíso personal. Pero en el fondo cada persona es como es, no podrá cambiar nunca, y tú sabes perfectamente como es ella.

Solo te doy un consejo: Si cuando vuelvas a estar herido y llorando, sintiéndote una mierda y queriendo desaparecer te das cuenta de la falta que te hacen tus amigos, llámame. De verdad, lo quiero saber. Tienes demasiada suerte, porque tus amigos no te dejaran nunca, pero si supieras lo que es perderlos… Bueno, te deseo lo mejor.


Gracias por todas tus mentiras y consejos. Ah, y si lees esto, hazme un favor. No me vuelvas a hablar hasta que te des cuenta de que todo lo que he hecho por ti me lo has pagado haciéndome sufrir. Ya es hora de pensar en mi misma como antes de conocerte. Ya es hora de hacer caso al resto del mundo y hacer lo que siempre has querido. Desaparecer. Por lo menos de ti.


Y no dudes en ningún momento que a mí me va a costar el triple que a ti, y que si en algún momento flojeo es porque me sigue importando demasiado que te hagan daño. Y eso me da la mayor rabia del mundo, créeme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario