jueves, 22 de julio de 2010

Ninguna buena acción va sin castigo.

¿No os parece que a veces, cuando más las necesitas, las buenas noticias no llegan?
Ya no digo que has ganado un concurso, o que un familiar se acaba de recuperar milagrosamente de una enfermedad, o que se firme la paz en el mundo.

Para esas cosas hay que ser un poco paciente, ya llegarán (más o menos). Pero me refiero a buena noticia de esas que te alegran el día. No sé, como una reconciliación entre unos amigos tuyos, o entre ti mismo y una amistad perdida, o que el sueño de alguien que te importa se ha cumplido. O el darte cuenta de que una pequeña lucha que has mantenido durante mucho tiempo ha dado su fruto. Cosas así. Pequeñas alegrías.

Porque la alegría no consiste en cosas grandes que duran mucho tiempo. La alegría también puede estar en un chiste, una confesión, una simple llamada de teléfono. En exactamente las mismas pequeñas cosas en las que puedes encontrar la tristeza.
Es paradójico. Y a la vez una putada.

Porque, en estos momentos a ti te da por pensar en cómo evitar la tristeza. Y te das cuenta de que la vida es una perra que solo quiere amargarte porque es IMPOSIBLE huir de la tristeza, el enfado y las lágrimas. Es imposible porque estos sentimientos se disfrazan de felicidad, sonrisas y alegría y cuando menos te lo esperas, ¡zas! Te apuñalan por la espalda. Entonces tú te quedas ahí parado, ahogándote en tu propia sangre. Y piensas “la próxima vez tendré mas cuidado, no me volverá a pasar”

Pero, no te engañes, el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Dos, y tres, cuatro… Todas las que quieras. Pocas veces aprendemos. Y en el fondo las personas no cambiamos. Pero entonces, ¿qué hacemos? ¿Encerrarnos en una cueva sin momentos, sonrisas, miradas, palabras, en resumen, sin emociones?

Tendría sentido pero, ¿vale la pena? Sí, bueno, a lo mejor te evitas unos cuantos daños, pero, ¿y todas las alegrías que te pierdes? Uf, que mareo ¿no? No sabes que hacer, no se puede evitar la tristeza sin renunciar a la felicidad.

Pues ahí va lo que yo pienso. A golpes se aprende. Y si para aprender tengo que caer quiere decir que tengo que volver a las nubes muchas veces, ¿verdad? Pues yo no huyo de las oportunidades, las busco. ¡¡NOT DAY BUT TODAY!!

Si tú no vives tu propia vida, ¿Quién lo hará? No hay que ser estúpidos y encerrarse en un recuerdo. Que sí, que son muy bonitos y todo lo que queráis. Pero no merece la pena.
Dios, se puede estar mal un tiempo, un mes, dos, incluso tres o cuatro, pero… ¡un año! ¡¡JAMÁS!!
Piensa, ¿Por qué lloras? ¿Por quién? ¿Lo merece? Si te está haciendo llorar no lo merecerá.

Entonces, ¿Qué haces ahí? ¿Tirado en el suelo llorando? Si hay que ser cruel lo seré. Pero es penoso. Es penoso que la gente se comporte así. Pe-no-so.

Mmm… Vale, creo que me ido un poco del tema. Me suele pasar. Pero bueno, es eso. Esto iba dedicado a todas esas personas que no sueñan, que tienen miedo de sus recuerdos, que se niegan a olvidar, que mienten, que pelean, que sufren, que no encuentran la esperanza en nada, que se obcecan en sus propios pensamientos sin dejar que le ayuden.

En resumen, a todas las personas enamoradas. Buena suerte, amigas.

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