lunes, 30 de agosto de 2010

Con la verdad por delante.

Quiero volver al día de hoy de hace un año. Estaba en la misma situación, y al contrario completamente diferente.
Quiero otra vez a ese chico que me contaba sus penas y se reía siempre que yo le hablaba, ese chico que me confió secretos íntimos y al que acabó siendo la persona más importante de mi vida. A ese chico que me enviaba un mensaje a las dos de la mañana solo para desearme suerte n un examen, o para darme algún consejo, o simplemente para darme las buenas noches.

Éramos amigos, ¿verdad? Muy buenos amigos. Siempre me dices que nunca me has mentido, que todo lo que has dicho en su momento lo sentías de verdad, te voy a creer. Y al creerte tengo en cuenta que siempre vas a contar conmigo cuando lo necesites, que somos una parte indispensable de tu vida, que te gusta estar con nosotros.

Cuando empezamos a ser amigos, siempre nos tomaban el pelo y nos mareaban con que si éramos novios y esas cosas. Que hacíamos buena pareja. La verdad, a ojos del resto del mundo lo parecía. Siempre estábamos juntos y no desperdiciábamos una oportunidad para hablar o darnos un abrazo.
Y la gente, como es tan superficial, siempre me decía que la amistad entre un hombre y una mujer es imposible, (a no ser que uno de ellos fuera homosexual) en cambio tu y yo fuimos diferentes durante un tiempo, al final sí, vale, sucumbimos, pero tal y como lo veo ahora, era inevitable.
Te explico por qué.

Mi padre me dijo una vez “Dos personas no se conocen del todo hasta que tienen una relación amorosa” (En realidad dijo “hasta que se acuestan” pero eso es muy bestia).
Aún así, nos llegamos a conocer tanto que llegamos al extremo de necesitar saber más del otro, y lo único que nos faltaba era probar en nosotros mismos todas las anécdotas amorosas que nos contaba el otro.
Y sucedió.

No salió bien, claro. Pero porque tú y yo no estamos hechos para salir juntos, estamos hechos para ser amigos, para ser un apoyo constante para el otro siempre, en cualquier situación. En todo.

Una vez me dijiste “Si alguna vez tienes un problema y te da miedo mirar atrás, siempre podrás mirar al lado y allí me encontrarás, para ayudarte a superar cualquier obstáculo.”
Pues yo hoy te digo: “TE NECESITO”

Y ahora, que ya nos “conocemos del todo”, ¿por qué no seguir con nuestra amistad? Pero con nuestra amistad de antes, esa en la que nos daba igual todo lo demás.
Yo, por mi parte, no veo ninguna objeción a ello. Si tú me dices que quieres, yo no me pienso cortar mas, ni rayarme más, ni montarme más paranoias, te lo juro.

Si no quieres, o bueno, si te va provocar algún tipo de problema, (que también entiendo) me cortaré todo lo que pueda. Pero nadie me va a prohibir, excepto tú, que siga hablándote y preocupándome por ti.

Te quiero, te necesito. Quiero y necesito un abrazo TUYO.

miércoles, 25 de agosto de 2010

A lo peor.

Esto es una puta mierda. Sin más.

¿Qué hago aquí? ¿Por quién estoy haciendo esto? Se supone que por mí, pero ni yo misma quiero reír sin ganas. Aún así lo hago.

No, lo peor es que hay veces que si que rio y estoy bien de verdad. Pero solo ocurre cuando te veo a ti reír y estar bien. ¿Qué pasa? A lo mejor no pasa nada y me lo estoy imaginando todo, pero no, te pasa algo. Pasas las noches serio y con cara de indiferente. A lo mejor es que te aburres, pero me preocupas igual.

Me duele muchísimo verte así. Y es una tontería, pero el chico al que yo tanto quería siempre estaba sonriendo y poniendo caras amables a la gente de su alrededor para hacerles sentir bien, o consolarles, según la situación.
Se puede tener un mal día, está claro, pero todas las santas noches igual… No sé. Ya no sé ni que pensar, creo que me estoy volviendo un poco paranoica. Me da igual, la verdad.

Quiero que sonrías y seas feliz. Por favor. Y si lo eres, demuéstralo.

Joder, es penoso. Increíblemente penoso. Eres idiota. El problema es… que yo lo soy más.

sábado, 21 de agosto de 2010

Decepciones.

¿Cuántas decepciones puede aguantar una persona normal en menos de un mes? ¿Cuánto tiempo puede aguantar al haberse destruido todas sus esperanzas? ¿En que desencadena? ¿Cuándo parará?

Me gustaría tanto saber la respuesta a estas preguntas. Decepcionante. Así es como describo mi vida este verano. Una constante rueda de decepciones. Ilusión, desilusión, ilusión, desilusión, ilusión… bueno, creo que se capta el concepto. A veces ni siquiera hay ilusión en medio de dos decepciones. Simplemente es algo que creías por sentido común, o algo que tu corazón siente pero el cerebro no quiere asimilar.

Me tumbo cada noche en la cama con ganas de llorar, o sin ganas, pero lloro igual. Y ni siquiera sé por qué. Hay momentos en los que solo quiero estar sola, en los que caminaría sin descanso de noche por la playa, en los que me gustaría no tener que volver atrás nunca. Ni volver atrás ni parar, solo seguir caminando sin un rumbo fijo. Me duele la cabeza de llorar, de ser tan imbécil por sentirme decepcionada por cosas en las que no tenía que haber ilusión por nada.

Quiero estar sola, en cambio, sé que lo único que necesito es un abrazo. Un abrazo que me diga que hay que seguir adelante aunque duela. Una mano en la que apoyarme para levantarme del suelo. Una sonrisa por la que valga la pena luchar.
Sería tan fácil. A lo mejor solo me sirve para poder dormir tranquila un día, pero ese día, joder, sería muy feliz.

Por eso me siento tan decepcionada día a día. Porque ese abrazo no llega, y porque sé que nunca llegará. Me siento así porque sé que voy a tener que seguir afrontando esto yo sola. Porque también sé que aunque llegue, ese abrazo no será más que otra “ilusión” dentro del circulo.

Saber que es tan fácil y tan difícil a la vez me mata. Te tengo cerca, en cualquier momento puedo acercarme a ti y pedirte que me abraces, porque todo lo que ese abrazo conlleva solo tú sabes dármelo. Pero no es eso lo que yo quiero. Probablemente lo haga, no lo voy a negar, pero lo que yo busco tiene que nacer de ti. Y por eso me siento tan mal.

Me siento mal porque las desilusiones se convierten en rabia dentro de mí. Y estoy siempre furiosa. Lo pago con los demás. Me he pasado mucho con algunas personas por estar enfadada con la vida, y lo peor es que luego no se disculparme porque no sé explicar todo esto.
Me dedico a girar la cabeza contrariada y a repetirme que lo hago por mi bien. Pero no está bien. Luego me siento fatal, y ya no puedo hacer nada.

He tenido que pedirte disculpas aún sin haber hecho nada solo para poder dormir. No es lógico. Ni siquiera en un día que llevaba esperando todo el año he podido pasármelo bien porque solo estaba pendiente de ti y del hecho de que ni quisieras cantar algo conmigo por los viejos tiempos.
A lo mejor ni te diste cuenta, pero me dolió muchísimo.

Me decepciona hasta que no avises de que te vas o de que no digas buenas noches cuando toca. Esa ha sido la última. ¡Es que me siento idiota! ¿Por qué coño me tendría a mí que importar que no saludes? ¿Por qué, joder, por qué?

Llevo mucho tiempo esperando que te des cuenta de todo esto, pero no lo haces. Y eso también me decepciona. ¿Vas a tardar mucho más o es que ni siquiera te darás cuenta?
Estoy amargada. De verdad me siento como si hubiera enterrado a mi mejor amigo. No tengo ganas de nada. No, tengo ganas de tenerte dentro de mi campo visual, aunque ni siquiera estés cerca, solo necesito verte.

Y se me jode mucho más que el no tener ganas de nada. ¿Cuándo se va a terminar esta sensación?

martes, 17 de agosto de 2010

Estado robotico.

Y hoy estoy de luto. Me he dejado el corazón en un cajón para que no me duela. No quiero llorar.
Ayer enterré a mi mejor amigo. Ha desaparecido para siempre, jamás volverá a hacerme reír o hacer que me sienta bien en sus brazos.

Físicamente está cerca de mí. Pero ya no es él. Ya no es la persona por la que suspiraba cada día, la que hacía que me levantara de la cama con alegría y ganas de comerme el mundo. Ya no… no tengo ganas de seguir luchando.
Ya no tengo ganas de nada. Ni de reírme, ni de moverme, ni de hablar, ni siquiera de dormir. Me dan pánico las noches. Cada noche es una nueva pesadilla, en la que mi cerebro se empeña en remover mis más absurdos terrores y hacerlos realidad.

Ya no tengo ganas de sentarme y debatir algún tema profundo. Ya no quiero discutir defendiendo mis ideas. Simplemente, me da igual todo. Me da igual que los grupos estén divididos, me da igual que una persona a la que yo consideraba una amiga solo me hable cuando está él solo. Me da igual que sean vacaciones y que esté en mi “lugar feliz”.

Tu “yo” físico me ha jodido mi lugar feliz, mi paraíso personal. No puedo mirar a ningún sitio sin que me recuerde a ti, amigo. Y encima, tengo que ver como nadie más está de luto. Solo mi interior está teñido de negro por tu ausencia.
Y sé que todo esto es metafórico, pero en el fondo siento como que has muerto. Sé que jamás volveré a hablar contigo, sé que ya nunca más volveré a sonreír notando tu calor.

Sé que te he perdido, y sé que es por tu culpa. ¿Qué ha cambiado? ¿Te hecho algo por lo que no quieras verme? ¿Por qué has dejado de protegerme? ¿Por qué has dejado de quererme?
¿Por qué me has dejado sola en medio de la oscuridad? ¿Por qué no te das cuenta de que todo esto es verdad?

¿Por qué lloro cada vez que te recuerdo?

Sé que estoy rodeada de personas que me quieren. En cambio, no puedo decirles como me siento. Porque es difícil de explicar. No es un desamor. No es un chico que me ha hecho daño.
Es un amigo que me ha fallado. Un amigo que ha muerto, ha desaparecido sin dejar más rastro que el de mis lágrimas, que siempre le acompañarán.

Es un sufrimiento constante, una herida que no cierra bien. Es tener que verte todos los días y saber que durante un tiempo mi mejor amigo aun vivía en ti. Es tener que apartar mis pensamientos de cualquier esperanza de que resucite. Es tener que apartar la vista de él porque me cuesta respirar sabiendo que tú no estás aquí.
Son tantas cosas… Mas de las que merece. Tú sí que las mereces, amigo mío, y sabes que luché por ti con toda mi fuerza. Pero no puedo más, lo siento muchísimo, pero no puedo seguir aguantando tantas decepciones en tan poco tiempo. Te echo muchísimo de menos.

Hace sol en la calle. Y no quiero salir. No quiero ver ese maldito astro que nunca cambia. Mi mundo ha cambiado, y el suyo no, y le tengo envidia. Hace sol en la calle, pero en mi cama llueve. Y eso hace que me sienta un poco mejor.
Estoy en mi paraíso, que de la noche al día se ha vuelto un infierno. Y del día a la noche se ha vuelto todo negro. De luto. Indiferente.

Puedo. Sé que puedo. Tú me enseñaste a creer en mí, amigo. Y lo voy a intentar por ti. Para que veas que no te olvido.
Ayer te enterré, y ya te echo de menos. Hace mucho tiempo que te echo de menos. Pero mis fuerzas para seguir luchando han muerto contigo. Lo siento muchísimo, de verdad. Te quiero, pero ya no puedo seguir aparentando que me da igual que no estés.

Hoy, vuelvo a cerrar bajo llave mi corazón. En su tiempo tú conseguiste la llave, quiero que me la devuelvas, aunque, pensándolo bien, dudo que la vayas a usar.
Hoy, vuelvo a mi estado robótico. Sé que no es la mejor opción, pero es la única que me queda por intentar.

Amigo mío. Nunca te olvidaré. Por ti, por mi, y por todos nuestros secretos. Te amo. Para siempre.

lunes, 16 de agosto de 2010

Conclusiones.

Soy tan idiota. En un solo día, ni siquiera sé como sucedió, todo volvió a ser igual. Me siento tan sumamente decepcionada del mundo. De las personas. Todo se puede dividir en “mucho orgullo, poco cerebro y demasiados perritos falderos”.

Por la mañana todo genial, pero por la tarde empezaste a dar por culo. Eres un crio. No sabes lo que quieres y no tienes el valor para afrontarlo. Y encima, te picas. Estaba jugando, tan solo quería arreglar esa tensión constante. Pero es que te comportas como un niño de tres años. Eres tú el que empieza jodiendo con bromitas que no tienen ninguna gracia y luego te enfurruñas y ale, pues ahora no os hablo.

¿Te parece normal? Es de las cosas más estúpidas que he visto hacer en mucho tiempo, y he visto muchas estupideces. Ya me tragué cuatro veces tus falsas disculpas, pero estoy hasta las narices de que pienses que tú eres la víctima y nosotras las malas. Das mucha pena.
¿Pero sabes qué? Que todo tiene un límite. Y que mi límite ya lo has sobrepasado.

No pienso volver a hacer nada por ti. Y ya me da igual que lo vaya a joder yo todo por un pique. Estoy hasta los huevos de que juegues conmigo porque te creo todo lo que dices.
Para mí ya no eres nada. No, sí que lo eres. Eres el único maldito estorbo de mi camino.
Una piedra puesta en medio para que me caiga y me haga daño.

Me has jodido el verano. Te podía aguantar a ti, podía aguantar todo lo demás. Pero que ya cuatro veces me hayas prometido ser mi amigo y luego ni siquiera me saludes es demasiado.
Pensaba que tenía amigos falsos, amigas falsas a las que dejé llorando y heridas en un rincón por ti. Y ahora me he dado cuenta que la falsa fui yo. Pero ellas, me han demostrado más con una simple frase que tú en seis meses. Porque ellas, a pesar de que les jodiera y me apartara de ellas como una idiota, cuando he estado mal han vuelto a ayudarme. Me han demostrado que de verdad estarán a mi lado cuando las necesite.

Tú. Tú me lo has dicho mil veces, pero bien pocas me lo has demostrado. Y ahora, aún menos.
Espero no volver a verte nunca más. No quiero que me hables, no quiero siquiera que me mires.

Durante mucho tiempo he estado repitiendo que no me arrepiento de nada, a pesar de todo. Pues bien, hoy todo cambia.
Hoy desearía que jamás os hubieras cruzado en mi camino hace un año. Me has hecho llorar tanto… Puede que no siempre por algo malo, pero, tú mismo me lo dijiste “Quien realmente merece tus lágrimas jamás las dejará caer”.
Me arrepiento de haber luchado por ti en todo momento. Me arrepiento de haber dejado que pasaran tantas cosas contigo. Me arrepiento que aún hoy en día tenga que girar la cabeza para no verte, porque me duele.

Y sé muy bien que a ti esto te da absolutamente igual, pero algún día, cuando estés llorando por las esquinas, te darás cuenta de lo mucho que has perdido. Y de las muchas mentiras que estás diciendo a los demás y a ti mismo incluso por no saber pensar con claridad.

Y espero que cuando necesites que alguien te de un abrazo para consolarte no encuentres a nadie a tu alrededor. Te lo digo por experiencia, todo el mal que les causas a las personas al final se vuelve contra ti. Y espero que te duela tanto que no puedas ni respirar.

Hoy, dieciséis de agosto, he enterrado a mi mejor amigo. Ya no eres más que un bonito recuerdo lleno de mentiras y canciones bonitas. Nuestra amistad, ese pequeño rayo de luz que ha seguido existiendo gracias a mi esfuerzo, se ha apagado. Se ha roto en trocitos y ha caído.
Espero que alguno de esos trozos afilados te caiga encima, y te haga reflexionar. O madurar, que también te hace mucha falta.

jueves, 12 de agosto de 2010

Deseos, sueños, promesas, traición.

“Vivo de tu felicidad y tu calor”

Joder, que sensiblera me pone la lluvia. Supongo que todo eso que escribí es la verdad que niego a cada instante. Mi maldita droga. Todo aquello que mi intento de aparentar ser fuerte y pasar página esconde en lo más oscuro de mi alma.

Sí, es la verdad. Es una jodida putada. Es todo lo que te pedía, días después de que volvieran a salir de tu boca las palabras “¿Me perdonas?”
Claro, que bonito. Me puse a llorar. Lloraba de impotencia. De ver como por unos momentos mi mejor amigo me volvía a mirar con ese verde oro. Lloraba de saber perfectamente que desaparecería al cabo de unos minutos.

Dos días después me fui de viaje, pero todo estaba perfecto. Por lo menos me hablabas “algo”. Y, que error, llegué a creerme otra vez que todo estaba solucionado. Que todo volvía a ser como antes, cuando éramos inseparables amigos. Que tonta he sido. Te he creído lo mismo cuatro veces ya. ¿Me lo tragaré una quinta?

Es más, ¿habrá una quinta? Después de siete días de desconexión del mundo, una llamada, una simple pregunta, y una simple respuesta que me obligó a recapacitar.
“Otra vez igual”. Tres simples palabras que derrumbaron mi umbral de esperanza. Otra vez igual… ¿Qué coño me esperaba? Me lo llegas a preguntar hace tres meses y mi respuesta habría sido “Nada”. Mi respuesta ahora es “Todo”.
Me lo espero ya todo. Racionalmente sí, al menos. Mi corazón se sigue creyendo todo lo que dices.

Ellas son tus amigas de toda la vida, perfecto. Lo entiendo. ¿Pero ahora dejas de lado a una persona por la que, en su tiempo, dejaste de lado a estas tus amigas de toda la vida? Resumiendo, has hecho lo contrario en un año.
Concéntrate, aclárate las ideas. ¿No alardeas de ser tan listo? ¿No se supone que pensabas siempre antes en el resto que en ti mismo?

Estás pasando por completo de una persona que no ha hecho más que preocuparse por ti y querer que seas feliz. Y puesto que esa persona es la persona que mas me importa en el mundo, también tiene que ver conmigo.

Y, sinceramente, si tu “perrito faldero” tuviera cojones para plantarte cara, créeme que verías las cosas de otra manera. Porque claro, ahora las personas que critican son: o exnovias despechadas, o la mejor amiga de la despechada, o una persona con la que siempre has discutido o personas neutras completamente. Y en el bando de los “buenos” están: tú mejor amigo, tus amigos de toda la vida, el buen rollo, la fiesta en general.

Parece fácil escoger, de hecho lo es. Estás de vacaciones, no quieres peleas, discusiones y división de grupos. Tiene sentido. Piensas que el bando de los “malos” no hace más que reguiñar, que son los que están creando todas las historias.

Ay, que ciega he estado. Te tenía por un chico con los pies en la tierra. Y además, me has pegado la gilipollez.

Hoy por hoy, yo no debería elegir nada. Sé que de aquí tres días, cuando vuelva, tendré que elegir. Tengo las dos mismas posibilidades a escoger dentro de dos situaciones opuestas.

1. (Y que veo más probable que suceda)Llego de nuevo a la playa, y todo vuelve a ser igual. Dos grupos, personas jodidas innecesariamente, demasiado orgullo, poco cerebro. Y vuelves al inicio. Todo ha sido una gran mentira y la palabra gira en torno a mí.
-Opción A= Hago lo mismo. Le digo a mi cerebro emocional que cierre el pico y se joda. Es decir, no te dirijo ni la mirada más que para cosas inevitables y para discutir si hace falta. Y así hasta que se me pase la adicción a ti.

-Opción B= Vuelvo a repetir mi sermón sobre promesas. Vuelvo a luchar en nombre de la amistad, la felicidad y las nubes. Osea, consigo haceros sentir mal y por un tiempo me creo vuestras nuevas mentiras.

2. Segunda situación. Ni siquiera sé si esta opción puede llegar a existir, pero como ya me lo espero todo, hay que estar preparado. Esta escena es igual a la anterior, solo que aquí, por arte divino, no me ignoras, y de todo el buen rollo del mundo me preguntas como estoy y esas chorradas.
-Opción A= Hago como que todo está perfecto y, oye, colegas hasta la muerte. Otra cosa es que yo me lo crea.

-Opción B= La que más me gustaría hacer. No porque sea lo que quiero sino porque demostraría que soy una persona fuerte y decidida, que sabe admitir una derrota con la cabeza alta y racionalmente. Y esta seria, apartarte, y decir:
“No. ¿Qué haces? ¿Qué intentas hacer? ¿Crees que hoy por hoy un abrazo lo arregla todo? ¿Me crees tan tonta como para no darme cuenta que estás jugando conmigo? ¿Crees que no me doy cuenta de que pasa por tu cabeza? No me jodas. Piensas realmente que estás haciendo un esfuerzo, que te estás arriesgando por ser mi amigo. Y supongo que lo haces. Para ti seria mucho más fácil ahora mismo que yo no existiera, que nunca hubiera existido. Porque no he hecho más que meterte en fregados y, no sé si consciente o inconscientemente, he hecho que le hicieras daño a la persona que mas amas en este mundo. Te he provocado discusiones, momentos embarazosos y hasta una crisis de identidad.

¿Ves? Sería mucho más fácil para ti. Pero me estoy poniendo muy dramática. Dejémoslo en que sería más fácil si yo hubiese actuado como una persona normal hace dos meses. Si en vez de luchar contra el mundo para conservar nuestra amistad me hubiera cabreado, hundido, o lo que sea, pero hubiera cortado cualquier tipo de relación o comunicación contigo. Ahora no tendrías que preocuparte de que… bueno, de lo que sea que te preocupes, si es que lo haces.

No tendrías que mentirme, que mentirte a ti mismo. Si te estás comportando como lo estás haciendo ahora mismo no es porque te duela, o porque de verdad te importe lo más mínimo. Lo estás haciendo porque te he hecho sentir mal. He hecho que pensaras solo daño y que… un millón de cosas. Y eso es lo que te pesa.

Pero no porque tú lo creas así sino porque te he hecho sentir responsable de todo. Lo sabes, pero no lo sientes. No te culpo por ello, tú ahora eres feliz y estás tranquilo, tienes amigos que te quieren y te apoyan, tienes a la persona que amas al lado, tienes vacaciones, y dieciocho años. Si yo fuera tú también sería feliz, y me complicaría menos la vida.

No te culpo por ello, no. Te culpo por no darte cuenta de tu situación. Por no darte cuenta de lo falsamente que te estás comportando.
Pasas de los malos rollos, está bien. No quieres más problemas, estupendo. Eres feliz, más que perfecto. Pero jamás actúes como no quieres actuar. He aprendido mucho este año, pero lo más importante sin duda es “siempre la verdad por delante”.

No quiero respuestas, no quiero excusas. Y mucho menos disculpas, sobre todo si son falsas. Solo dame la razón, piensa en quien eres realmente y dímelo. Y haz lo que te salga del corazón. No le debes nada a nadie. Tu vida es tu vida, recuérdalo.

Cuando te des cuenta de que tengo razón, créeme, serás más feliz todavía.
Y cuando realmente te des cuenta de lo que has perdido (espero que lo hagas algún día), bueno, tienes el número de mi casa guardado. No te negaré nunca nada. Eso sí, tienes que sentirlo de verdad. Si no, ni te molestes.
Mi mejor amigo sabe lo que debe hacer y, díselo de mi parte, me muero de ganas de verle y abrazarle.

Adiós.”

Dios, me quedaría muy a gusto. Pero sé que es imposible. De primeras, porque no me dejarías acabar, de segundas, porque siempre tienes argumentos para todo. Y por último, porque soy incapaz de aprenderme de memoria un texto tan largo.

Hace ya dos meses. Ni siquiera sé porque sigo removiendo toda esta mierda. Ni siquiera sé porque sigo escribiéndote a ti, si nunca lo leerás. Es malgastar tinta inútilmente.
Supongo que es verdad que soy una cabezota y que probablemente no pararé hasta que me des la razón.

O a lo mejor es que me viene de familia ser la abogada del diablo, de lo indefensible. Quien sabe… ¿tú lo sabes?

Me siento como si hablara con la nada. Que es exactamente lo que hago. Pero me gusta. Cuando no hablo con nadie no hay nadie que me replique.
Joder, necesito un amigo. ¿Sabes que es la putada? Que sé que los tengo. Sé que tengo muchas personas que me apoyan, que me ayudan, que me quieren y que, simplemente, no siento.

Las veo, las noto, pero sigo sintiéndome igual de vacía. La persona que siempre ha estado ahí para mí está en una situación muy parecida, pero en un lado un poco opuesto al mío. Mi mejor amiga, que me lo describió con la frase: “Me siento sola en un mundo lleno de personas que me quieren”. Una gran frase, amiga mía. Pero para mí que nos aislamos conscientemente.

No queremos demasiado contacto con el mundo, con las personas, porque, ella sabe tan bien como yo, que cuando de verdad te abres y te unes a una personas estamos expuestos al más grande de los peligros. La traición.

Y, tarde o temprano, siempre llega. La gente es un asco. Y las mentiras más.

Buscándote, brillo de ojos verdes. ¿Dónde estás?

lunes, 9 de agosto de 2010

Hello, teacher.

Tres meses. Por Dios. ¿Tres meses ya? Va a ser verdad eso de que “el tiempo pasa volando”. Pero se supone que el tiempo pasa rápido cuando te lo estas pasando bien, cuando te ries, cuando eres feliz. Es decir, cuando no quieres que pase. Pero, ¿también pasa rápido cuando estás en estado neutro?
Claro, tiene sentido. No te fijas en el tiempo, no te fijas en nada, solo quieres no pensar, no sentir nada. Y así pasa el tiempo sin que te des cuenta.

Qué rabia. Ya hace tres meses. Y lo recuerdo tan bien… Cada segundo, el despertar, los berrinches, el dolor, las palabras, la desesperación, el deseo, tus caras, el llegar tarde… Vaya, que pena, la verdad, lo echo de menos.

Que cabrón estas hecho. Pero me consuela pensar que, en el fondo, también me echas de menos. Goodbye, teacher!

jueves, 5 de agosto de 2010

Llamada desesperada.

Cuantas cosas pendientes. Un día estabas y al siguiente no. Tantos planes que jamás ocurrirán… Tantos momentos me pesaran en el corazón por no haberlos pasado. Sueños, fantasías, deseos en general.

Me gustaría tanto seguir sintiéndote a mi lado. Sentir tu preocupación por las cosas malas que hacía, sentir tu felicidad cuando nos reíamos juntos. Sentir tu amistad, que parecía eterna.

Sentir tu calor. El único calor que me ha gustado tener cerca en todo momento.


De verdad me gustaría que siguieras pensando que tú y yo somos un mundo diferente. Que no importa lo que nos diga la gente, que lo que piensen no es relevante, que tú y yo somos amigos hasta la muerte.

Me gustaría que de una vez entendieras que necesito tu amistad. Que estoy perdida sin la luz que le das a mi camino, que me duele que me trates como al resto del mundo, como si no me conocieras.

¿No te he dejado lo suficientemente claro que no me importa nada mas? ¿Aun no te he demostrado que voy a ayudarte en todo lo que necesites? Si aun no lo has visto, házmelo saber.

Pero por favor, cumple tus promesas. Porque si no veo que lo hagas es cuando mi consciente sale a flote y me hace tratarte mal. Por despecho. Porque mi cerebro racional se da cuenta de que no es inteligente seguir necesitando tu felicidad para estar tranquila y me hace odiarte y querer ignorarte el resto de mi vida.

Aunque al final siempre me doy cuenta y me arrepiento. Pero me da miedo pasarme de la raya algún día y que seas tú quien me odies.


Creo que no es tan difícil entender que solo necesito que seas feliz, (y si no es pedir mucho que la compartas conmigo y no me ignores).

Vale que desde tu punto de vista sea difícil de entender, pero eso es todo. No quiero ni disculpas por pena ni sonrisas forzadas.

Quiero que si me das conversación sea porque realmente te apetece y te sientes cómodo conmigo, y que si me tienes que pedir disculpas por algo sea porque te pesa en el corazón haber hecho daño a alguien que te importa. Pero no porque alguien te haya dicho que es lo correcto.

Cada cual hace lo que quiere, y, cierto y verdad, has hecho cosas que jamás me hubiera imaginado de ti, pero si no te diste cuenta entonces, ¿de qué me sirve ahora una explicación? No tienes que pedirme disculpas por nada. Más que nada porque no eres nada mío. Para mí, sigues siendo mi mejor amigo, pero porque aún estoy enganchada a tus malditos ojos verdes.


Normalmente, cuando dos personas se separan, la que es herida sobrevive de la esperanza de que vuelvan. De que todo sea una pesadilla de la que despertar. No es mi caso. Lo fue durante una semana, eso no lo niego, pero ya no es así.

Yo sobrevivo de la esperanza de que vuelvas a contar conmigo algún día. Siempre lo he hecho, sin importarme que pensaran los demás o el daño que me estuviera haciendo a mí misma. Y sabes que lo he hecho. Te he defendido de todas las críticas hasta el hoyo más profundo. ¿Por qué te empeñas en no darte cuenta?

Estoy dispuesta a perder muchas cosas, muchos momentos de felicidad, pero no estoy dispuesta a dejar pasar al mejor amigo del mundo sin luchar antes. Y lo seguiré haciendo hasta que escuche de tus labios salir las palabras “Déjame en paz”.


Comprendo que te cueste contarme cosas, pero si no me demuestras las cosas que dices yo haré como si no quisieras ser mi amigo. Me has prometido tantas veces estar ahí cuando lo necesitara que ya no me lo creo. Porque no lo has hecho. Tus palabras ya carecen de significado para mí.

Ya he hecho mucho por cumplir mi promesa de ser tu amiga pase lo que pase. Come what may.

Pero la amistad es cosa de dos. Y, no sé si por suerte o por desgracia, ya no confío en ti.

Y te quiero, con toda mi alma. Pero no de la forma en la que te empeñas que es. Me sigues pareciendo perfecto, a pesar de todo lo que he pasado por adorar tus ojos verdes. Aún así, nunca más te amaré.

Vivo de tu felicidad y tu calor. Por eso, sé que soy feliz de saber que por fin estas con la persona a la que amas. Y sé que me sentiría más feliz aun si volvieras a contar conmigo para todo.


Me debería costar a mí todo esto, en cambio, te cuesta a ti. Es raro. Aunque claro, yo nunca he sido muy normal, y tú estás mal de la cabeza así que supongo que en el fondo tiene sentido. Paradójico.


Te echo mucho de menos. Lloviendo en mi interior, desde un boli en Budapest.