viernes, 25 de junio de 2010

Que poco valor.

Que poco valor. Puede que yo no sea la más indicada para hablar de ello, pero hay que ser muy cobarde para hacer eso. Ya no significa solo mentiras, significan promesas y juramentos rotos. Nunca dejaste de quererla, ¿verdad? En el fondo lo sabía. Siempre lo he sabido y me he empeñado en callarlo. Porque tú me has mentido.

Me siento tan… tonta. Si querías un muñequito con el que jugar haberlo dicho y te compraba un peluche, te habría dado menos dolores de cabeza. Y a mí también… Pero claro, tu necesitabas a alguien que te quisiera y al que querer. Bien, pues, ¡sorpresa! Has hecho mucho daño por no aclararte las ideas. Todo eso que creíste sentir no ha sido más que una tapadera que te has montado tú solo para no sentirte estúpido por seguir amando a una persona que no hace más que herirte.

Así que ahora, felicidades. Ya tienes lo que quieres, lo que siempre has querido. Y ella también lo tiene. ¿Quién iba a pensar que tanto arrastre daría su fruto? De verdad, cada día me da más pena. Lo que no sé ahora mismo es quien me da más pena. Si ella o tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario