miércoles, 27 de octubre de 2010

Una nueva luna.

Ilusión y miedo. Para mí dos términos que van cogidos de la mano en el camino.

Porque, después de una caída grandísima, el volver a tener ilusión por algo es una salvación, pero a la vez una perdición. Tienes miedo de que te vuelvan a decepcionar tanto y a veces por este miedo, inconscientemente tendemos a alejarnos de nuevas personas que nos ofrecen una sonrisa amable y un hombro sobre el que apoyarse en cualquier momento, o personas que ya estaban ahí antes pero de las que apenas habías pensado entonces y ahora tienen un valor casi indispensable en tu vida.


Y esto no está bien. Yo tengo miedo, porque vuelvo a sonreír pensando en la gente de mi alrededor y soy capaz de tener una conversación normal… Soy capaz de sonreír. Simple y sanamente sonreír. Sonreír de verdad al darte cuenta de que la vida no se acaba por mucho que lo parezca, que siempre queda gente por conocer. Gente impresionante que cambiará tu modo de ver las cosas, que te hará mejorar en muchos sentidos, que te hará volver a sentir esas ganas de vivir el día a día porque no sabes que puede pasar al minuto siguiente.

Esto va por aquellas personas que, sin conocerme de nada, han sido un apoyo enorme y una tremenda ayuda para volver a colocar mi vida en su sitio. Daros por aludidos, personajes.


Sois geniales, y de verdad que soy feliz de haberos conocido, aunque solo haga un mes de ello. Me habéis dado ganas de volver a sentir y a emocionarme, de tener ilusión y tener miedo de nuevo de que la belleza se desmorone, porque al fin y al cabo, ese miedo también es bonito. En cierto modo nos recuerda que estamos vivos y que seguimos luchando por seguir adelante y cumplir nuestros sueños aunque muchos de nuestros sueños hayan huido despavoridos de nuestro camino.


A todas esas personas, que no sois muchas, pero tampoco pocas, solo me queda deciros una gran palabra también sobrevalorada hoy en día en nuestra sociedad:

GRACIAS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario