Y pasa el tiempo...

Pasan los meses en mi calendario… Pasan los días y las semanas sin que apenas me dé cuenta. Cuento solo los días que se de ti. Me odio por hacer eso.

Estoy perdiendo la noción del tiempo. No estoy haciendo nada con mi vida, no quiero hacer nada con mi vida.

Sé que esto suena muy a tópico, pero juro que lo noto. Noto un vacio terrible en mi pecho, noto frio siempre. Los ojos me arden de llorar, y me siento idiota.

Y además soy una hipócrita. Me paso la vida dando consejos a gente con el corazón herido, y luego ni yo misma los sigo.

No quiero mentir a nadie, ni a mí misma. Le quiero, le amo. Como amigo, como lo que sea, solo necesito saber que existe y que está en mi vida de alguna manera. Lo necesito para respirar, para poder seguir adelante con mi vida sin querer gritar todo el tiempo.

Le echo tantísimo de menos… No puedo soportar las noches en que me tumbo en la cama sola. Sabiendo que nunca más volveré a notar sus brazos a mi alrededor. Su calor.

Tu color, tu piel, tu voz, tus ‘te quiero’… No he aprendido a vivir sin ellos. Para mí la perfección existe. Y tiene tu nombre y tu apellido. Tiene tu cara, tus ojos, tu boca, tus manos, tus mismas sonrisas.

Quizá por eso no puedo vivir sin ti. Porque he conocido la perfección, y la quiero. Sea como sea, pero persigo esas sonrisas y esas miradas. No te das cuenta del efecto que provocas en mí.

Me tiemblan las piernas si te voy a ver, me emociono si sonríes, soy feliz viéndote tranquilo.

Y lo peor… Ni siquiera te das cuenta de todo esto.

Ni tú, ni nadie. Me da la sensación de que el Word es mi mejor amigo. Ese que me escucha, me corrige, me aguanta, me desahoga, y no me dice ‘Te lo dije’ o me llama hipócrita por no saber escuchar mis propios consejos.

¿Por qué no puedo tener un botón de desconexión? O de hibernación… Sueño contigo todas las noches, así que no es de extrañar que quiera pasarme meses durmiendo.

Joder, te quiero. Lo siento, pero te quiero.